En estas dos situaciones tan fuertes surgen sentimientos de agobio, rabia, enojo, remordimiento y culpa. Nos vemos envueltos en un problema que se nos va de las manos. Pero, también ocurre que esta situación podría convertirse en una oportunidad de reflexión y de conversación; donde estos sentimientos se transformen en bondad, empatía, solidaridad, compromiso, resiliencia y recuperación.
Es momento de poner un ALTO a nuestra dinámica y estilo de vida y analizar los aprendizajes que hasta el momento surgen de esta experiencia nefasta como es el contagio del COVID-19.
Hasta hace pocas semanas la humanidad se creía invencible. Planificamos y programamos nuestras vidas, las rutinas y horarios son la base de nuestros días, porque de lo contrario fallamos, nos equivocamos, nos sentimos inútiles.
El poder y la razón de los grandes líderes mundiales exacerba nuestro criterio. Guerras, conflictos, hambruna, dictaduras, perseguidos políticos, corrupción….. La contaminación, el calentamiento global, la destrucción masiva de bosques naturales, animales en extinción. Muchas imágenes devastadoras.
Una fuerza externa, el universo, la naturaleza, Dios, cualquiera que fuese nuestra creencia nos exige una profunda reflexión. Qué estamos haciendo como sociedad, como humanidad? ¿Por qué nos está ocurriendo esto? Cómo podemos transformar esta vulnerabilidad y convertirnos en seres humanos más nobles, más puros, más sencillos?
Los médicos y personal de salud pública a escala mundial se están jugado el todo por el todo. Su verdadera vocación de salvar vidas nos da un ejemplo de dedicación, honradez, lealtad a sus principios básicos de convivencia y amor al prójimo. Se siente una gratitud inmensa con todos quienes desde sus lugares de trabajo, se sacrifican para defendernos y protegernos. Existe una gratitud infinita con todos quienes demuestran solidaridad, coraje y valentía para evitar que se siga propagando esta enfermedad. Gracias a todos quienes entregan lo mejor de sí para que de esos días de tanta angustia se logre salir adelante.
Así como el mes de octubre fue fatídico para el país, ahora es tiempo de sacrificarnos para dejar a nuestros hijos un país y una sociedad más solidaria y menos egoísta. Tenemos que permanecer en casa, resguardando la integridad física de nuestros seres queridos, debemos ser responsables y respetuosos como nunca antes lo fuimos.
Anhelo que este remezón que estamos viviendo como sociedad, nos permita formar una comunidad diferente, más justa, más equitativa y responsable. Es momento de oxigenar nuestra mente, nuestro espíritu y nuestros corazones. No solo se trata de aislarnos para evitar un contagio de una enfermedad, que podría llegar a ser mortal, sino que esta sea una oportunidad de reencontrarnos con nosotros mismos, con nuestro interior. Hay mucho que sanar en cuerpo, mente y alma.
Por: María Soledad Andrade
Psicóloga Clínica & Master Psicología Infantil
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